lunes, 14 de febrero de 2011

El pueblo contra Mubarak

Para cualquiera que tenga dos dedos de frente, los últimos acontecimientos ocurridos en Egipto son un motivo para estar orgulloso. La plaza de la liberación se convirtió en el escenario de protesta del pueblo egipcio. Protesta que, ante todo pacífica, fue capaz de vencer todos los despiadados intentos del dictador para amordazarla, reprimirla, hacerla de menos y boicotearla. El pueblo no se rindió, confiando siempre en su capacidad para hacer que las cosas cambien, y ante la bochornosa actuación de la comunidad internacional, que haciendo gala de la diplomacia más cínica se autocomplacía con medias tintas, el propio ejército se negó a utilizar la fuerza contra una revuelta más que legítima y apoyada por los ciudadanos de medio mundo, o del mundo entero.

Como digo, un profundo orgullo es lo que me provoca el final feliz de esta historia, y un deseo de que [como algunos vaticinan], estas revueltas se extiendan por los demás países en situación similar cuyos ciudadanos exigen democracia. En este tipo de causas es en las que sale a relucir los intereses más o menos oscuros que tienen los países que no se atreven a rechazar abiertamente la existencia de dictaduras que se eternizan en el poder y que reprimen las libertades, inlcuso se saltan a la torera los Derechos Humanos. Tratados internacionales, tanto con Estados Unidos como con Israel, [ya se sabe] era prácticamente lo único que Mubarak tenía a su favor. Pero tenía que vencer el clamor popular.
Tenía que ser así.

Es un primer paso [de gigante] hacia la democracia... porque la democracia no es sólo [para mí] votar cada cuatro años, sino que el pueblo sea realmente escuchado y que su voz, sus peticiones y exigencias sean el objetivo a alcanzar por la política, y no al revés.

En fin, una vez más el pueblo ha demostrado tener mucho más poder que los poderosos que gobiernan y hacen pactos o acuerdos internacionales para asegurarse salvar el culo. No sólo más poder, también más razón, coherencia y sensatez. Y los ciudadanos de los países circundantes y no tan circundantes nos sentimos inmensamente realizados y orgullosos. Bueno, casi todos, ya se sabe que siempre hay algún pedante, como Bisbal, que en un auténtico alarde de cultureta bobalicón suelta perlas como la que todos sabéis.
Ya se sabe, hay veces que es mejor callar y parecer idiota...