miércoles, 2 de mayo de 2012

He hecho dos descubrimientos recientemente


Descubrimiento #1: Si no siento, no tengo remordimientos.
Perturbador, y fascinante.
Lo cual no sé hasta qué punto es definitivo, porque muchas veces que sí siento tampoco tengo remordimientos. Y con remordimientos no me refiero al arrepentimiento, sino a la inevitable sensación de no haber hecho algo bien, o no todo lo bien que se podría, a esa neurótica repetición de los hechos una y otra vez en el pensamiento, ese mea culpa que se entona en lo más íntimo y secreto del ser. Pienso que, en este sentido, los remordimientos son el más fiable termómetro de nuestras acciones. El más fiable por ser el más personal y unívoco. Y cuando no están, todo está bien, nada importa. Nada.

No estoy acostumbrada a esa contradictoria sensación de insensibilidad, la experimento ahora por primera vez.  Ahora que por fin no siento, me siento más libre, privada de cargas y; como decía, el descubrimiento me resulta fascinante, pero como enunciado, perturba mis más arraigadas raices de la conciencia. Tendré que seguir pensando en ello; hasta que de una forma u otra, deje de parecerme escalofriante.


Descubrimiento #2: Hay gente que habla por no pensar. Y empiezo a pensar que esto es sólo el principio de una realidad mucho más honda y terrible. Hay gente que no quiere o puede estar a solas con sus pensamientos. Sino que necesitan hablar y hablar, una y otra vez de las mismas cosas, sin escuchar nunca a su interlocutor; sin importar siquiera quién sea quien preste sus oídos. Sólo necesitan o quieren hablar y escucharse a sí mismos decir cosas en alto. Cosas que no meditan. Que están ahí y de vez en cuando salen de sus bocas, pero no pasan verdaderamente por su conciencia.

Es muy cansado hablar con estas personas, porque normalmente lo único que quieren es lamentarse y autocompadecerse, y nunca buscar una solución real al objeto de sus lamentos. Sólo hablar, y que alguien les escuche pacientemente durante horas.

A veces he llegado a pensar que quien habla realmente en estas situaciones es el propio ego y no la conciencia. Por que la conciencia sí atiende a razones y busca solucionar sus propios conflictos, pero el ego no.
El ego sólo se alimenta de sí mismo y no lleva a nada más, sólo a hacerse más y más grande. Y repetirse, una y otra vez.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

No hay que dejar de sentir, sino aprender a manejar y entender los sentimientos (nadie dice que sea fácil). Los remordimientos, al igual que los errores, creo que son necesarios para evolucionar como persona.

El mundo siempre estará lleno de GILIPOLLAS, encuentra la excepción (o excepciones) que confirma la regla y al resto que les den.

Galahad

ojos tristes dijo...

Si te soy sincera, no es que haya dejado de sentir porque piense que es lo que hay que hacer o que solucionará algún problema o porque sea a lo que aspiro.
Es algo que, simplemente, ha pasado.

Y a raíz de experimentar esa sensación extraña de desligamiento emocional, totalmente nueva para mí, voy haciendo poco a poco estos otros descubrimientos a medida que reflexiono sobre ello.

No sé si te conozco o no (lo que tengo que admitir que me intriga), pero una vez más, gracias.

Anónimo dijo...

Más que dejar de sentir...
¿No es como si ya ningun sentimiento malo pudiera afectarte?
¿Como si los hubieras aceptado? ¿No te sientes liberada?
(No sé si hablo de lo mismo...)

¿Acaso no es la intriga lo que nos mantiene vivos?

Galahad

ojos tristes dijo...

Sí; No exactamente; si; y haha por supuesto.
Creo que sí hablamos de lo mismo aunque no podría asegurarlo... Me siento no sólo más liberada ino casi más ligera, sin "cargas sentimentales". Aunque toda esa parte "mala", digamos autodestructiva, no está aceptada ni mucho menos, simplemente está missing, algo que sé que es temporal y a cuyo retorno temo, pero ahora mismo no puedo rastrear.

Anónimo dijo...

Tras leerlo todo, entiendo a que te refieres ojos tristes.

Aparece y ahí está. Pasas momentos de duda, si es normal, si se pierde la "humanidad", pero al final asumes que tan malo no será si mal no causa. Diferenciando siempre del tipo de remordimiento que haya claro está, que como en todo siempre hay excepciones.

Tal vez al "disfrutar" de unas cuantas sesiones de conversaciones con un interlocutor de tal calibre uno empieza a cambiar su forma de ver las cosas, e incluso de vivirlas.

Gracias por la entrada ;)

MosweN