viernes, 17 de agosto de 2012

LA EDUCACIÓN TÓXICA


Cuando iba al colegio no era feliz. Recuerdo la cantidad de conflictos que me suponía acatar lar normas y la "educación" que trataban de "darme". No hablo de un colegio en particular. Por suerte, o por desgracia, he pasado por varios colegios, casi uno de cada condición. Y no es que yo fuera una estudiante problemática, estos cambios fueron por otras circunstancias.

A pesar de eso, con la ESO mis calificaciones empezaron a flojear, y supongo que el espíritu de rebeldía que todos los adolescentes llevan dentro comenzó a aflorar. Más que por los contenidos de las clases [aunque algunas eran ciertamente deficientes, bien por los contenidos, bien por los maestros, o bien por ambas], lo que me molestaba profundamente  eran aquellas ideas circundantes y relativas a la moral o la ética, que trataban de "enseñarnos" [léase imponernos] también. Esos códigos que había que obedecer sin preguntas, sin explicaciones, sin discusión posible, y cuya infracción iba en nuestro detrimento, bien restando puntos del "coeficiente de conducta", bien con castigos, llamadas a los padres, etc, amenazas al fin y al cabo.

Era sorprendente la facilidad con que se consideraba una "falta de respeto" lo que en realidad eran actos de discreción o expresión personal. Sobretodo en el colegio de monjas [en el que puedo afirmar sin lugar a dudas que me sentí inadaptada], en el que no creer en Dios o no querer participar de los actos religiosos se consideraba, como he dicho, una falta de respeto. Es decir, a nadie le importaba respetar la opinión o los principios del alumno por muy bien asentados y argumentados que estos estuvieran, si no eran cosa de sus padres. No se contemplaba la posibilidad de que un adolescente pudiese defender o al menos discutir unas ideas propias, más o menos elaboradas y coherentes, lo que debería ser, de hecho, una poderosa herramienta para la realización personal en esos años tan difíciles. En ese sentido, se faltaba de forma sistemática a la libertad de opinión y expresión de los alumnos, que muchas veces lo único que podíamos hacer era callar y asentir, y dejar que los adultos decidieran por nosotros, asuntos en los que teníamos mucho que decir, y cuya discusión hubiese sido definitivamente muy enriquecedora para nuestra formación, o si se quiere, "educación". En muchas ocasiones me sentí privada de mi libertad para expresarme, a esa edad que es lo que casi más se necesita, o bien ignorada o incluso penalizada por ello.

Como digo, no era feliz en el colegio, a pesar de que varias asignaturas sí eran de mi gusto o interés, e incluso "se me daban bien"; a diferencia de otras que no me gustaban, no entendía ni veía su finalidad en mi vida después del colegio y sólo conseguían frustrarme. Con los años, fui dándome cuenta de la cantidad de cosas, absolutamente indispensables para la vida en la sociedad de hoy en día que no me enseñaron en el colegio, y que me hubieran sido mucho más útiles que aquellas disciplinas tan obsoletas como obligatorias.

Es cierto que teníamos un tutor por cada clase, que más que preocuparse por este tipo de inquietudes de los alumnos, se preocupaba de que no nos metiéramos "en problemas", es decir, que no infringiéramos el código de conducta, dentro del cual estaban tipificadas como infracciones ciertas formas de vestir, o exhibir ciertos "símbolos o eslóganes". El absurdo llegaba hasta tal punto que recuerdo como muy habitual alumnos echados de clase con quince o dieciséis años por llevar un piercing a la vista. Lo importante era que obedeciéramos ciegamente y memorizáramos todos aquellos contenidos para pasar el curso [y olvidarlos inmediatamente]. Ese era el objetivo a cumplir. Más que educación, se trataba de instrucción.
 Nosotros nos sentíamos enjaulados, ir al colegio era un suplicio que esperábamos terminase lo antes posible. Por eso en cuanto podíamos nos escapábamos.

Y lo peor de todo, es que hasta hace relativamente poco tiempo, pensaba que esto era "lo normal". Hasta hace poco, y sólo por propia iniciativa, que descubrí que existe un tipo de educación diferente, y que pasa completamente inadvertida, lo que alimenta [aún más si cabe] mis sospechas sobre lo que llaman "el sistema educativo" [oficial]. Una pequeña ventana a esa otra educación, posible, probable, que existe y es más cercana de lo que pensamos, es este documental que, desde la máquina de pensar, queremos recomendar:

LA EDUCACIÓN PROHIBIDA


Otros enlaces de interés:
http://www.youtube.com/watch?v=K-NDa5Rc9_c&feature=related
http://mariaacaso.es/
Sobre la pedagogía tóxica [en términos de María Acaso] http://www.transversalia.net/index.php?option=com_content&task=blogsection&id=10&Itemid=109