martes, 18 de septiembre de 2012

Análisis de la carta del rey

Hoy el rey ha mandado una carta. Yo, que nunca he leído una carta suya, la he buscado por internet. Cuando ya la tenía en pantalla, antes de empezar a leerla, una pregunta ha planeado por mi mente. ¿El rey realmente escribe estas cosas? Quiero decir; ¿se habrá abierto su procesador de textos y se habrá puesto a escribir pensando y corrigiendo cada frase? -qué más da, me he respondido sola, -en cualquier caso la firma, y todos sabemos lo que implica firmar algo. No me detuve a pensar en todas las cosas que firma el rey.

¡Cuantas preguntas han ido apareciendo según leía!

Dice que no es el único en pensar que debemos interiorizar dos cuestiones fundamentales:
La primera es un llamamiento a la unión, diciendo que "sólo superaremos las dificultades actuales actuando unidos, caminando juntos, aunando nuestras voces...". Bien. Está claro que ahora mismo la sociedad española está muy disgustada con las medidas que se están tomando. Y que en el Parlamento no hay una representación veraz del sentir de muchos españoles: hablo de profesores, funcionarios en general, estudiantes, parados, pensionistas, trabajadores de todos los gremios, ese famoso 99%. Como se ha puesto de moda decir ahora, la calle está caliente, y hay manifestaciones y protestas convocadas casi todos los días por los diferentes colectivos.
Entonces, el rey con eso de aunar voces ¿a qué se está refiriendo? ¿A callar el clamor popular? O a quitar los tapones de los oidos parlamentarios? ¿De qué parte está él? Ya sé que parece una pregunta estúpida, pero cobra sentido si uno se lee el final del párrafo : "Son [estos tiempos], los más adecuados para la acción conjunta de la sociedad, a todos los niveles, en defensa del modelo democrático y social que todos hemos elegido."  Con eso de que "todos hemos elegido" debe referirse a la Constitución, esa que se cambia sin problema para anteponer el objetivo de déficit a los problemas de los ciudadanos, esa que nos garantiza ciertos derechos que se vulneran sin reparo, esa que en su momento fue necesaria pero que al fin y al cabo es la que nos ha traído hasta aquí y en muchos casos ya no responde a las necesidades de la sociedad española. La transición ya pasó. El rey la refiere más adelante apelando al espíritu de diálogo, del "sacrificio del interés particular en aras del interés general y la renuncia a la verdad en exclusiva". Parecería claro que es un toque de atención al gobierno.

Lástima que entre una frase y otra también afirma que lo peor que podemos hacer es disentir, ni debatir "quienes amenazan nuestro modelo de convivencia", lo que entra en total contradicción con esa segunda cuestión fundamental, aquella que se refiere a los "valores de la Transición", citando además de los anteriormente señalados "el mérito, el diálogo, el imperativo ético..."  Entonces ¿cómo vamos a ponernos de acuerdo cuando vemos el mérito sustituido por el enchufismo y la incompetencia; el diálogo por el decretazo, y el imperativo ético por la asfixia económica de las clases medias y bajas manteniendo los privilegios de la clase política, la iglesia y los defraudadores fiscales? ¿A qué llama "no disentir"? ¿Es que pretende un supuesto acuerdo nacional en base a un pacto de silencio como entonces? ¿Apela a nuestra impasividad ante lo que está ocurriendo, y con lo que estamos en absoluto desacuerdo? ¿Debemos callar y obedecer? Es que acaso quiere que volvamos a ser súbditos? O quiere, como también dice en su carta, defender el modelo democrático y social? Porque son cosas incompatibles. Dice una cosa y después la contraria. Apela al diálogo pero no a la discrepancia.
¿Cuál es, entonces, el mensaje del rey?

Si me preguntan a mí, palabras vacías. Quizá algún tipo de treta mediática para salvaguardar la imagen del rey, y su presunta implicación en los asuntos del Estado. No me parece casual que apele a la Transición como un valor a recuperar, puesto que aquello fue lo que le dio legitimidad en su momento, legitimidad que cada vez está más en cuestión ante los acontecimientos recientes. Retórica de la mala, vaya. Palabras bonitas carentes de significado o de aplicación práctica.  Lo que de toda la vida se ha llamado Bla bla bla...

sábado, 8 de septiembre de 2012

De la "Justicia" y otros eufemismos

Últimamente, los que creíamos en una justicia universal, independiente e igual para todos no ganamos para disgustos. Es verdad que hace mucho tiempo que la pompa estalló, y se hizo patente que aquellos "valores" de la Justicia eran sólo un sueño. Pero ya no se trata de corruptos que evitan la cárcel, gente a la que no se condena o muchas veces ni siquiera se juzga por ser quienes son, por albergar cierto poder, o cierto apellido, o ciertas posibilidades, cosa que también ocurre ante los indignados ojos de los ciudadanos de a pie, a los que no se dudaría en juzgar y condenar por delitos similares. El rastro de la contaminación sigue río arriba, hasta la propia legislación.

Cuando ya estábamos estupefactos, digo, viendo en nuestras narices la inmunidad de una cantidad insultante de corruptos, vino la bofetada de la Ley de Amnistía Fiscal. Esa ley indigerible y que todavía tenemos atragantada, esa valiente demostración de que si tienes dinero puedes delinquir impunemente, mientras los que pagan religiosamente sus impuestos sobre unos ingresos bastante más modestos, ven cómo los evasores tienen unas condiciones privilegiadas. Y en forma de ley, para más inri. 

En un momento como en el que estamos, con un gobierno que no hace más que decir que nos recorta servicios básicos pero que es por nuestro bien, porque no podemos "gastar", porque no queda otra, porque están mirando dónde va cada euro, y con todo esto detrás, viene la última mamarrachada del ministro de educación. De nuevo, un político incapaz pero socarrón como él sólo, que está, nadie sabe porqué, al frente de un ministerio, y su manifiesto desprecio por una sentencia del Tribunal Supremo: esa que dice que las subvenciones a los colegios que segregan por sexos son ilegales, puesto que practican abiertamente una discriminación, y que hay que dejar que subvencionarlas con el dinero del Estado; y que responde, ¿qué dirán que responde? "Bueno pues cambiamos la ley para que no se considere discriminación lo que indiscutiblemente lo es [y así podemos seguir dándoles financiación]". Así de fácil. "Nada ni nadie me puede parar", parece pensar el ministro. Lo que hace más incomprensible aún que un tipo así haya acabado de ministro de educación.

En la misma línea de actuación se sitúa el famoso proyecto de Eurovegas. Proyecto que levanta, y con razón, muchas suspicacias. Yo, en particular, no tengo nada en contra del juego, no me produce ningún malestar. Lo que sí que me lo produce es esto de que haya que "cambiar algunas leyes" para que el magnate esté contento. Como si se tratara de algo sin importancia, anecdótico. Una de las leyes que pide cambiar Adelson es la polémica ley del tabaco, esa que tantos disgustos nos ha traído, esa por la que los hosteleros españoles se gastaron tanto dinero reformando sus locales primero para tener que tirar a la basura dicha inversión un par de años después, esa que ha costado tantas multas que pareciera que únicamente tenía un fin recaudatorio. Cosa que se confirma ahora: no se trata de la salud, se trata del dinero. Toda esa campaña que se hizo por el bien de los consumidores, de los fumadores pasivos, y sobretodo de los trabajadores de los locales de ocio, se confirma ahora que era sólo una treta. Sólo que todavía no había llegado el multimillonario que comprara la inmunidad y que pudiera reírse en la cara de todos los demás que sí tenemos que cumplir la ley.

Es obsceno. Ya era evidente que viviendo en un sistema capitalista las diferencias en la interacción con él están marcadas por el capital, pero es bochornoso y vergonzante que un Estado que se autoproclama "de Derecho" pueda ser sobornado y untado así, a la vista de todo el mundo y sin ni siquiera ruborizarse.
¿Para qué sirven entonces las leyes? , o mejor dicho ¿para quién?


La justicia puede que esté ciega, pero siempre se inclina para los que ponen el oro.