lunes, 28 de diciembre de 2009

17/12/08 "Luces y sombras de la realidad"

Repasando algunas entradas del blog, lo que hago quizá demasiado a menudo, me detuve en esta. Fue la segunda que escribí, y había un par de detalles que quería cambiar, [además de alguna erratilla]. Pero, sinceramente, no sé que le pasa a mi ordenador, que no me dejaba, así que ni corta ni perezosa he decidido reeditarla ahora y quitar la original, porque dejar las dos quedaría un poco vanidoso ¿no?

De todas formas, no lo haría si no pensara que a pesar de que la escribí hace un año, sigue estando bastante al día de los temas que en este blog se exponen. [no encuentro una excusa mejor para justificarme]. Así que pido disculpas a los que la leyeran en su día y esto les parezca repetitivo, prometo que esto no se volverá a repetir.


"Luces y sombras de la realidad.

Como decía Montaigne en sus Ensayos, "sólo los locos están seguros y resolutos", y en este sentido, hay mucho loco suelto. No me meteré en el campo de las ciencias, que me pillan un poco lejos, sobretodo porque al decir la autoritaria frase "está demostrado..." parece que ya no hay nada que lo rebata. ¿Las cosas son como son? ¿Son así y punto? ¿O es un cuento que nos hemos inventado y que por ahora nadie ha sido capaz de desmoronar?
¿Y si dentro de x años "se demuestra" que estamos equivocados?

La concepción del mundo es necesariamente algo que nos sobrepasa, pero parece que al mantener dos personas con opiniones diferentes una conversación sobre qué es la realidad, se trata de concluir quién tiene razón y quién se equivoca. Sólo comprendemos la dualidad, el acierto y el error. Nos cerramos en las ideas que nos parecen lógicas pensando que a todo el mundo deben parecerle igual.
No se trata de tener razón o no, dejando aparte que el concepto de razón en sí ya es ambiguo:
"Algunos tienen clara la vista, sin tenerla recta"
[...seguía diciendo Montaigne]

En vez de mantener conversaciones enriquecedoras y reflexionar, parece que estamos compitiendo. Nos hemos vuelto absolutos. Hemos sido capaces de reducir todo el universo, toda la realidad del mundo, en una lista de conceptos llamada enciclopedia. Y en este espíritu tan ilustrado, todo lo que esté fuera de ello no tiene cabida en nuestro mundo real.
Es mentira que las cosas no existen hasta que tienen nombre: afirmaciones como ésta son típicas del antropocentrismo y la arrogancia que nos caracterizan.

La duda no está admitida como parte fundamental del conocimiento, siendo el origen de éste.
Decía también Montaigne:
"Guardamos las ideas y el saber de otros y nada más. Nada me gusta esta sabiduría relativa y mendigada." Y también, sobre la ciencia: "La ciencia es una buena droga, mas ninguna droga es lo bastante fuerte como para conservarse sin alteración ni corrupción y depende de la impureza del frasco que la contiene."

Somos máquinas de pensar, pero no lo hacemos. Hoy en día nos hemos convertido más bien en peleles. No nos damos cuenta de que vivimos en una sociedad en la que todo gira en torno al dinero, todo, incluso el conocimiento: la universidad pública ya no es rentable. Tener gente preparada, intelectuales independientes, no da dinero, así que la universidad se convierte en un negocio, una fábrica de mano de obra a la que llamaremos "cualificada" para que nadie proteste.

"La autoridad de los que enseñan perjudica a menudo a los que quieren aprender" dicho ni más ni menos que por Cicerón, a lo que Michel comenta: "no dejan de gritarnos en los oídos, como quien vierte por un embudo, y no nos toca sino repetir cuanto nos han dicho."

Debemos abrir nuestros horizontes, reiniciar nuestra conciencia atrofiada. Y en contra de lo que dirían algunos, no son necesarias las drogas para ello. Todas las respuestas están en nuestra cabeza, sólo hay que querer buscarlas, entenderlas, respetarlas, y ser conscientes de que todos somos capaces de hacer este ejercicio individual y de enriquecer a los demás, así como ser enriquecidos por ellos.
Hacerse preguntas es más importante que encontrar respuestas para todo.

"Pues, tanto como saber, me agrada dudar" [Dante]"


A Cristina, la bailarina de porcelana, por su estimulante interés y curiosidad, que me parece una de las virtudes más venerables y me motiva a seguir escribiendo más de lo que ella pueda imaginar.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

*¡¡CRUCIS!!*

Cómo nos gustan a todos los Derechos Humanos... y cómo nos gustan [sobretodo a los españoles] las medias tintas. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo se ha pronunciado sobre el tema de los crucifijos en las aulas. La sentencia dice que dichos símbolos constituyen "una violación de los derechos de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones" y de la "libertad de religión de los alumnos".

Hablo de medias tintas, porque en España tenemos [ahí está, ahí sigue] la Constitución, que por lo visto ampara que en las aulas de los niños, sean colegios públicos o privados, y aunque haya en una clase niños que estén siendo educados en otras religiones, haya un crucifijo presidiendo el espacio de mayor atención como es la pizarra y la tarima. La solución a la que ha llegado el Tribunal Supremo es que se retiren sólo cuando los padres lo reclamen. Y los padres que lo reclaman, son en su mayoría declaradamente laicos.
Esto está bien, pero parece que nos hemos olvidado de la segunda parte de la sentencia, es decir, de la libertad religiosa de los alumnos, y por extensión, de los menores de edad.

¿Es que acaso no es un derecho fundamental de todos los ciudadanos la elección o no de una fe o una creencia religiosa y materializarla sin tener que sufrir por [o para] ello coacción, o ningún tipo de presión?
Si yo estuviera en el colegio, mis padres que son católicos [o eso dicen] no se quejarían por los crucifijos lo más mínimo. Y aunque todos mis compañeros de clase fueran tan escépticos y críticos como yo con la religión, si sus padres fueran cristianos, daría exactamente igual, porque nadie nos haría caso sin una queja oficial de nuestros padres, que no se produciría.

Están los que pretenden defenderse atacando, diciendo:
-No no... si prohíben los crucifijos, tendrían que prohibir también el velo islámico y todos los símbolos religiosos!

Sí, he oído este argumento varias veces. Los que me leéis sabéis [aunque algún día me explayaré sobre el tema] que estoy profundamente en contra de la visión occidental que existe [negativa, sesgada, ignorante y profundamente cínica] sobre el velo islámico.
Vaya por delante que defiendo también que las niñas no lo lleven [como pasa en la mayoría de países islámicos] hasta su mayoría de edad. Pero sinceramente, me parece más comparable con los crucifijos que pueden llevar los niños hijos de cristianos atados al cuello [eso sí, con una cadenita muy mona], que a los crucifijos colgados en la pared que presiden la clase.

Así que creo que la sentencia se queda corta, porque nadie se mete con el derecho de los padres de practicar su religión en completa libertad y en educar a sus hijos según sus valores, pero sigue sin defenderse el derecho del hijo, como ciudadano libre, de hacer su elección personal una vez sea mayor de edad. Esto significa, que bajo mi punto de vista debería estar prohibido, por ejemplo, bautizar a los niños cuando apenas tienen unos meses. ¡Eso es trampa!

Yo, aquí donde me véis, estoy bautizada, a pesar de ser [como he dicho antes] profundamente escéptica y crítica con las religiones, y en especial con la cristiana, por que es la que conozco más. Por lo tanto debo aparecer en las listas de estos hijos de puta que nos miran desde arriba como cristiana, con mi nombre y mis apellidos y probáblemente al lado un número de serie.

[Pero no se lo digáis a nadie, que me da vergüenza]

Mis padres podían haberme educado exactamente igual que lo han hecho sin pasarse por el forro mi derecho a elegir, a ser una persona con convicciones propias, con un criterio que, cuando era un bebé, obviamente nadie podía predecir. Y esto me parece extensible a todas las religiones, que conste [aunque en otras religiones se espera por lo menos a la adolescencia], sin perjudicar en ningún momento el derecho de los padres a la educación de los hijos, pero sin entrar en sus decisiones, porque bautizar a un bebé es, por parte de los padres que toman esta decisión que no les corresponde a ellos, intrusismo moral.

Volviendo a las cruces, el argumento de que forman parte de nuestra cultura y que siempre han estado ahí y no hay porqué quitarlas, me parece excesivamente frágil, porque si hablamos de cultura hablamos de sociedad, y hoy en día vivimos en la sociedad del progreso, del contínuo cambio que pasa necesariamente por un revisionismo de lo establecido, que parece que se produce en todos los ámbitos menos en el religioso.

La educación es demasiado importante como para seguir estando ligada a cualquier doctrina religiosa.Y más, repito, en nuestra sociedad actual. Pienso que las dos horas a la semana que tienen los niños de religión se podrían usar de una forma mucho más útil para ellos, teniendo en cuenta el mundo al que se enfrentan al salir del cole.

¿Soy la única que ve la religión tal y como está planteada en los colegios como algo completamente anacrónico?

¿No sería mejor enseñar a los niños [que son mucho más listos de lo que pensamos] a ser críticos, en el sentido de saber tener un criterio a la hora de aprender y generar un conocimiento propio y emancipado que es lo que al final van a necesitar para su vida sí o sí? No se les enseña a pensar, que es lo primero.

La asignatura de filosofía, por ejemplo, no se empieza a dar hasta secundaria, es decir, les enseñan primero las respuestas [que da la religión] y después las preguntas [que da la filosofía], y en ningún caso se les enseña a cuestionar o a cuestionarse, como tampoco se les enseña a expresar sus ideas, que es al final la mejor forma de entenderlas del todo. Primero ponen la cruz, después, "piensa lo que quieras".

En fin, que cruces fuera. En cualquier caso se puede seguir siendo cristiano sin obligar a los demás a genuflexionarse.

A propósito de esto, quería añadir también una cosa, en relación con el brazo político que la Iglesia esta sacando a pasear últimamente demasiado. Está muy bien la libertad de expresión [como decía, a todos nos encantan los Derechos Humanos, cuando nos interesa], pero cuando usas esa libertad de expresión para criticar la igualdad de derechos de todos los ciudadanos [todos, sea cual sea su orientación sexual], que es a su vez otro derecho fundamental... ¿no se produce una paradoja? ¿no éramos todos iguales a los ojos de Dios? ¿Por qué no íbamos a ser iguales a los ojos del Estado de Derecho?

Pero la Iglesia no sólo ha hecho eso, sino que ha amenazado a los congresistas que voten a favor de una ley con la que no están de acuerdo [y en esto sí que no me meto, que me pierdo] con la excomunión!!

¿Pero qué tipo de chantaje es este?

Sólo quería recordar, que los parlamentarios y congresistas están ahí como resultado de unas elecciones, y que nosotros, los ciudadanos votamos a personas o a partidos por las ideas políticas que tienen, no votamos a la iglesia, que ya sabemos todos lo que dice. Por lo tanto, ya que la Iglesia no se presenta a las elecciones y menos mal, que no pretenda que los políticos [sea cual sea su fe] a los que hemos votado nosotros les hagan caso a ellos, sucumbiendo a unas amenazas poco menos que ridículas.

Alguien me llamará fundamentalista [aunque, a pesar de todo, como bautizada que estoy, por lo visto soy cristiana, no te lo pierdas] y sí, soy fundamentalista porque defiendo de forma radical los derechos fundamentales de todos, entre los que está el de no ser manipulado, ni coaccionado y, por supuesto, el derecho a elegir de acuerdo a un criterio propio.

Y ahora.... opinad, hermanos, y

que la paz sea con vosotros...

Amén.