miércoles, 8 de julio de 2009

Sobre la verdad

La verdad no existe.

Me refiero a la verdad absoluta: lo que es cierto para uno no lo es necesariamente para otro, incluso lo que uno considera verdad en un momento dado de su vida, deja de serlo tiempo después. Todo lo que decimos, pensamos, opinamos, sentimos e incluso lo que queremos cambia con el tiempo.
¿Significa eso que las verdades tienen fecha de caducidad? ¿Es que todo lo que decimos son mentiras a largo plazo?

Quizá es un problema derivado de nuestra educación. Asociamos demasiado la idea de verdad con la inmutabilidad, es decir, pensamos que si algo es verdad, lo será siempre. Pero, pensándolo bien, ¡no hay nada que sea verdad siempre!

Siempre es una palabra altamente contaminada. Por que es un concepto que NO existe, lo hemos creado nosotros como referencia mental, y sólo eso, no hay nada a lo que se le pueda aplicar en nuestro mundo físico. Y quizá esto se nos olvida al asociar constantemente lo cierto, lo verdadero a lo que dura siempre, por que como decía, ninguna verdad es eterna e inmutable, llevando el relativismo a sus últimas consecuencias, todo es subjetivo, y por tanto, mutable.
¿Significa esto que cuando algo deja de ser considerado cierto, se convierte en mentira?

Hay que tener cuidado con esto, puesto que como alguien dijo, la verdad es un valor al alza en nuestra sociedad, hasta el punto que llamar mentiroso a alguien es una de las peores cosas que se le puede llamar. Pero, siguiendo ese hilo.. ¿hasta qué punto podemos creernos lo que nos dicen, incluso cuando sabemos que quien lo dice esta siendo sincero o cree estar diciendo la verdad?

Supongo que todos, en primera persona, pensamos que lo que decimos lo decimos de verdad, por lo menos yo lo pienso, y creo que la única forma de permanecer fiel a las propias palabras es ser consecuente con ellas, y no perder nunca de vista, aún antes de hablar, hasta qué punto pueden y deben ser creídas, por que muchas veces las palabras tienen un poder que va mucho más allá de su fecha de caducidad.

Por mucho que se diga que las palabras se las lleva el viento, incluso en algunos casos yo diría que las que se escriben también, es innegable que tienen un poder sobre nosotros del que no podemos escapar. Según lo que te digan en algunas situaciones, puedes cambiar de opinión, conmoverte, arrepentirte de algo, puedes pasar por toda la gama de sensaciones sólo con escuchar las palabras adecuadas, y eso, no se lo lleva el viento.

"La palabra es un poderoso soberano que, con un cuerpo pequeñísimo y totalmente invisible, cumple las acciones más divinas...
Y el poder de la palabra tiene el mismo efecto en la disposición del alma que la administración de fármacos en la naturaleza del cuerpo; pues igual que unos fármacos expulsan unos humores del cuerpo y otros hacen cesar la enfermedad, otros la vida; así también las unas palabras apenan, otras alegran, unas espantan, otras infunden coraje a los que escuchan, y otras, con una especie de maligna persuasión, envenenan y hechizan el alma"
Gorgias [s.V a.C]

Por eso no hay que olvidar que [si se quiere evitar, lo que es recomendable, este tipo de paranoias] incluso las palabras que más te llenan, incluso las que te tocan más hondo, pueden estar vacías, lo que no significa que no sean sinceras, o que no fueran ciertas en su momento, son verdades sin demostrar, que desgraciada o afortunadamente, suelen caducar rápido.

Y ahora viene la pregunta del millón: ¿entonces, cómo distinguirlas? ¿cómo saber qué verdades se pueden creer y cuales no? ¿Es que hay que creer alguna?