miércoles, 13 de marzo de 2013

Sobre la moción de censura en Ponferrada

Vaya la que se ha liao en Ponferrada. Como sabréis, resulta que hace diez años el alcalde Ismael Álvarez acosó sexualmente a una concejal. Ella lo denunció, y el alcalde fue condenado. No fue a la cárcel sino que la sentencia fue una sanción económica, como suele o solía pasar en estos casos [nótese la diferencia entre acoso sexual, abuso sexual y agresión sexual, otra discusión sería cuáles son esas diferencias y si estamos de acuerdo]. En fin, que el alcalde condenado, del PP, dimitió de su cargo pero formó un grupo independiente, Independientes Agrupados de Ponferrada. En las elecciones de 2011, este grupo independiente recibió más del 16% de votos, y con Ismael Álvarez a la cabeza, apoyó la investidura del Partido Popular.
El último capítulo [por el momento] de esta historia es que el PSOE presentó una moción de censura al alcalde actual del PP con el apoyo del IAP, y ante el revuelo mediático de los medios y muchos de los propios socialistas de Ponferrada y alrededores, han dado un paso atrás [de una forma bastante indigna y cutre, todo hay que decirlo], ante los gritos en el cielo, la indignación y el rasgue de vestiduras general.

Lo primero tengo que decir es que me pasma la capacidad que están teniendo los medios [por ya no esperar nada de la clase política] para hacer de esto un escándalo y no un debate en profundidad. Esto es evidentemente una fisura del sistema, una brecha entre legalidad y moralidad. ¿De qué sirve que un excondenado pueda ocupar un cargo público si es un apestado y nadie quiere pactar con él? ¿Por qué pactar con un condenado por acoso es lícito para algunos partidos y para otros no? ¿Sería diferente si fuese condenado por otra cosa? Quizás el debate está en si queremos permitir que los condenados puedan optar a cargos públicos, pero: 1. ¿qué dice eso del sistema de justicia y reinserción social que tenemos? y 2. ¿Estamos entonces dando por hecho quien ha cometido un delito de este tipo queda incapacitado para llevar una gestión de un campo totalmente distinto? Son debates que se abren directamente al hilo de los acontecimientos y que se están obviando. Intento no dejarme llevar por el desprecio que por supuesto me merece el tema del acoso, intento ponerme en otros casos y ser justa, ponerme en el lugar de la justicia y no de la moral. Si una persona hubiera cometido un delito grave, pongamos un asesinato, y hubiese ido a la cárcel y cumplido su condena, ¿le incapacitaría eso para ser economista, o profesor, o concejal? Si la respuesta es sí, entonces deberíamos, o bien cambiar el sistema penitenciario, o bien sacar una ley que regule quién o quienes pueden dedicarse a qué profesiones, o bien ambas.

Como veis, tengo muchas más preguntas que respuestas [como es habitual en la máquina de pensar], pero de lo que estoy segura es que si se ha llegado a esta situación absurda, es porque el sistema lo permite, así que o bien corregimos lo que consideremos que está mal para que no pasen estas cosas, pasando por un debate en profundidad y una decisión responsable y sensata, o bien dejamos de escandalizarnos porque pasen, puesto que tampoco veo que se haga nada por cambiarlo, más que el escándalo y la fingida indignación que tanto gusta en los medios.

sábado, 5 de enero de 2013

De una charla amable de un rey y un súbdito

A bombo y platillo anunciaba Televisión Española lo que llamaban la "entrevista más perseguida", que calificaban de histórica, al rey. Supongo que cualquier cosa que se le pregunte a un hombre con un número romano tras su nombre es historia. Desde luego, Hermida se dejó el título de periodista en casa, y acudió a la cita como un mero súbdito, haciendo las preguntas más insípidas y poco relevantes del repertorio. Como siempre, nunca sabremos hasta qué punto las preguntas se habían pactado y ensayado antes de la grabación, lo que viendo el resultado da la impresión de que el guión venía escrito ya desde Casa Real.

El rey no dijo absolutamente nada, auspiciado por unas preguntas que bien se las podrían haber hecho a cualquier otro personaje público que hubiese vivido en España los últimos cuarenta años, desde Esperanza Aguirre hasta Isabel Preysler. Nada dijo de sus turbios asuntos familiares, pero tampoco de la situación del país. Si, puede que hace cuarenta años devolviera la soberanía popular al parlamento, pero a día de hoy tenemos una democracia falseada impunemente y bipartidista, salpicada cada día por nuevos casos de corrupción que no implican dimisiones ni ceses, ni siquiera por vergüenza. Tenemos lo que se ha dado en llamar el "desmantelamiento del estado de bienestar", recortando salvajemente en sanidad y educación pública, un país que se empobrece, gente a la que echan de sus casas mientras se da dinero a los bancos que, movidos por el ansia y la avaricia desmedidas, nos han llevado a esta situación. Él dice que le preocupa el paro, única nota de forzada condescendencia, y los "movimientos rupturistas", sin embargo no parece preocuparle el hecho de que tengamos una Constitución que considera ilegal algo tan limpio y democrático como una consulta popular. La unidad, dice. Se le llena la boca hablando de que tenemos que estar unidos. Qué bonito es hablar de permanecer unidos desde el sillón de palacio. Qué bonito es hablar del país, del pasado y el futuro, teniendo en frente al que hace el papel de periodista que parece tener miedo a preguntar los asuntos verdaderamente importantes. Ni siquiera miedo, Hermida parecía complacido ante la sarta de vaguedades que decía el rey. 

Eso sí, dice estar en forma para seguir reinando, aunque a otra pregunta dice que no le gusta hablar mucho de sí mismo. Pues francamente, si está usted en condiciones o no de seguir reinando no debería decidirlo usted. Ahí sí que está feo hablar de sí mismo. Si tanto recuerda aquella frase de "tienes que acordarte de ser rey de todos los españoles" y tan demócrata es, y igual debería preguntar a su reino qué opina sobre esto. Pero eso, claro está sería inaudito. En fin, que si hubieran puesto imágenes del rey inaugurando terminales, congresos, cumbres, barcos o aves hubiera sido igual. La entrevista a Su Majestad tendría que haberla hecho Telecinco. Ahí si que habría habido chicha, con el rey sentado en frente de Jorge Javier Vázquez o Mercedes Milá. Aunque, como decían en Twitter, a mí me hubiese gustado ver la entrevista que le hubiese hecho Iñaki Gabilondo. O Gonzo. O dicho de otra manera, periodistas de verdad.