lunes, 2 de marzo de 2009

Finalmente despertó.
En el otro extremo de la cama, se derrumbó la muralla de su espalda. Se volvió hacia mí.
Volvíamos a ser dos.
¿Cómo fue?
No sabría decir el momento exacto en el que se dió cuenta de que yo estaba llorando en silencio.
Miraba hacia la ventana, avergonzada. Incapaz de traducir en palabras como me sentía. Emociones y pensamientos eran un rompecabezas descolocado.
Cuando él me preguntó, no supe contestar.
¿Cómo explicar lo inexplicable?
¿Cómo razonar lo irracional?
Recordé la frase de Machado "Ayudadme a comprender lo que os digo y os lo explicaré mejor", pero no pude decir nada.

La situación era extraña. Una mezcla de sueño y realidad, en una mañana oscurecida, con el aroma de las velas apagadas.
Me sentí violenta. Sabía que no podría mantener una conversación sobre ello. Sentí angustia al verle esperando una respuesta.

No recuerdo lo que respondí. Un par de frases fáciles de articular, un intento desesperado de encontrar una salida.
Tampoco recuerdo lo que me contestó.
Quizá no eran palabras lo que yo necesitaba, ni de su parte, ni de la mía. Todo iba más allá.

"Words are all around, but words are only sounds"


1 comentario:

Koko dijo...

A veces los hechos cuentan más que cualquier otra cosa.

Not alone.