sábado, 14 de abril de 2012

Sobre la empatía

Dicen que los hombres, en general, son menos empáticos que las mujeres. Y que por eso son más agresivos, más capaces de infligir daño físico a otras personas, y que por eso los maltratadores, torturadores y asesinos suelen ser hombres, porque carecen de esa tendencia natural a ponerse en el lugar de la otra persona.
Los mismos que dicen esto dicen de las mujeres que somos mucho más empáticas, que somos menos capaces de dañar a otras personas sino más bien de apiadarnos y ponernos en su lugar, y que por esa empatía tenemos una tendencia más acusada a emocionarnos, por ejemplo, al final de una película triste.

Es algo que rondaba por mi cabeza.

El caso es que, sea esto cierto o no, y sin perder el rechazo que siento por este tipo de generalidades, empiezo a pensar que hay algo de razón. Y por supuesto no lo afirmaré de una manera universal, sino sólo en casos particulares y [probáblemente] aislados. Pero mi experiencia reciente me hace pensar así, y estoy en condiciones de afirmar hoy, [y quizá mañana] que efectivamente los hombres con los que me he cruzado últimamente no brillan por su empatía. Por eso te vomitan cualquier cosa que pase por su cabeza sin pensar en lo que significan sus palabras, sin imaginar ni por un momento que la situación fuera al revés y alguien les estuviera diciendo algo así a ellos o tratándoles de aquella manera. A veces pienso que ni siquiera le dan un par de vueltas a lo que piensan antes de decirlo o a lo que hacen antes de hacerlo, y que al final eres tú la que piensa más en sus palabras o en sus actos que ellos mismos. Me encantaría ver la cara de muchos si alguien les dijera lo mismito que ellos han dicho o tratara de la misma forma que ellos han tratado.

Y al final, claro, la culpa siempre es nuestra por habernos enfadado o reaccionado mal, sin importar a qué hemos reaccionado. Si todo el mundo [hombres y mujeres] fueran más empáticos y consecuentes todo sería mucho más fácil. Lo que falta es reflexión, repostar nuestras máquinas de pensar, y no encerrarse en uno mismo sino entrar en conexión con las otras. Escuchar, verdaderamente. Escuchar y pensar en lo escuchado.
Y ponerse en el lugar del otro para comprender y poder seguir adelante.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tan cierto es lo que has escrito que es curioso que no hubiese ningun comentario.

Quienes lo hayan leido seguro que se han sentido, en algunos casos identificados, y en otros incluso tal vez atacados..

Sin empatía este mundo no iria a buen puerto, y tal como está todo, falta mucha mucha mucha empatía. Que creo que es una de las mejores cosas que podemos tener como maquinas pensantes.

Escuchar y comprender al otro es más importante que despotricar sobre vanalidades sin contenido real. Es vacío decorado con sonido.

De nuevo me ha encantado leerte ^^

MosweN